“¿Por qué vas a los toques si son de aquí? Espérate a que venga Franz Ferdinand”. Así me dijo un conocido, porque no consideraría amigo a quien me dijera eso. ¿Para qué ir a toques si son de aquí? ¿De aquí cómo? Era lo único que yo me preguntaba al darle la espalda a semejante ignorante que al parecer de venezolano no tiene nada. ¿Por qué nosotros como venezolanos nos empeñamos en desprestigiar lo nuestro? Si dice “Made in Venezuela” es chimbo, es mejor lo de afuera. Por mentalidades como esta estamos como estamos.
¿Por qué pagar cientos de bolívares fuertes, que de fuertes no tienen nada, por cantar canciones las cuales no entendemos si podemos cantar canciones igual de buenas pero en nuestro idioma, y mejor aun, hechas en nuestro país? Que diga “Importado” no quiere decir que sea bueno. De tanto ir a toques de bandas maracayeras, me he dado cuenta de que lo hecho aquí, es calidad. Jóvenes y ni tan jóvenes se lucen en un escenario tocando canciones compuestas por ellos y uno que otro cover para animar el publico, jóvenes que podrían ser la envidia de Soda Stereo, y quizás con mejores letras que las de Maná.
En una entrevista previa con César “Pepe” Pérez, el vocalista de Mc Undales, una banda maracayera, salió a relucir que “aquí el rock no paga, todos debemos ser profesionales para subsistir y tener el rock como hobbie”. Si gritáramos, cantáramos, lloráramos y compráramos las entradas a los toques con la misma euforia con la que lo hacemos por nuestros ídolos extranjeros, el rock venezolano pagaría bien, exportaríamos el buen talento que tenemos aquí y nos daríamos a conocer como país de buena música. Seríamos reconocidos ante el mundo por la calidad de nuestros intérpretes que dan el todo por el todo por la música, y no como el tercer país más corrupto del mundo.
“La historia del rock en Venezuela ha muerto, mejor dicho, la han asesinado.” Así dijo Sr. Cobranza para la revista Zero en agosto de 2007, refiriéndose a los rockeros que se han vendido al actual orden reinante, según dice el caso de Desorden Público, quienes sacaron de su repertorio Políticos paralíticos, canción hasta ahora vigente. Y ni hablar de Peces del Guaire, “una canción reñida con la inverosímil promesa de sanear a la cloaca más emblemática de la podredumbre moral de la capital”.
Dejando de lado la política, que cada día nos destruye mas, deberíamos apoyar lo nuestro, deberíamos estar orgullosos de lo que tenemos y de lo que hacen estos chicos, un deber admirable. Si, admirable. Tocar en la guitarra las notas de canciones Carlos Santana, o lograr una combinación perfecta de sonidos en la batería de la que Alex González, el baterista de Maná, se sentiría orgulloso.
¿Por qué pagar cientos de bolívares fuertes, que de fuertes no tienen nada, por cantar canciones las cuales no entendemos si podemos cantar canciones igual de buenas pero en nuestro idioma, y mejor aun, hechas en nuestro país? Que diga “Importado” no quiere decir que sea bueno. De tanto ir a toques de bandas maracayeras, me he dado cuenta de que lo hecho aquí, es calidad. Jóvenes y ni tan jóvenes se lucen en un escenario tocando canciones compuestas por ellos y uno que otro cover para animar el publico, jóvenes que podrían ser la envidia de Soda Stereo, y quizás con mejores letras que las de Maná.
En una entrevista previa con César “Pepe” Pérez, el vocalista de Mc Undales, una banda maracayera, salió a relucir que “aquí el rock no paga, todos debemos ser profesionales para subsistir y tener el rock como hobbie”. Si gritáramos, cantáramos, lloráramos y compráramos las entradas a los toques con la misma euforia con la que lo hacemos por nuestros ídolos extranjeros, el rock venezolano pagaría bien, exportaríamos el buen talento que tenemos aquí y nos daríamos a conocer como país de buena música. Seríamos reconocidos ante el mundo por la calidad de nuestros intérpretes que dan el todo por el todo por la música, y no como el tercer país más corrupto del mundo.
“La historia del rock en Venezuela ha muerto, mejor dicho, la han asesinado.” Así dijo Sr. Cobranza para la revista Zero en agosto de 2007, refiriéndose a los rockeros que se han vendido al actual orden reinante, según dice el caso de Desorden Público, quienes sacaron de su repertorio Políticos paralíticos, canción hasta ahora vigente. Y ni hablar de Peces del Guaire, “una canción reñida con la inverosímil promesa de sanear a la cloaca más emblemática de la podredumbre moral de la capital”.
Dejando de lado la política, que cada día nos destruye mas, deberíamos apoyar lo nuestro, deberíamos estar orgullosos de lo que tenemos y de lo que hacen estos chicos, un deber admirable. Si, admirable. Tocar en la guitarra las notas de canciones Carlos Santana, o lograr una combinación perfecta de sonidos en la batería de la que Alex González, el baterista de Maná, se sentiría orgulloso.